viernes, 24 de junio de 2016

El brexit


Las encuestas fallaron, daban un resultado igual en porcentaje (52% y 48%) pero invertido en la asignación a una opción u otra. Es la noticia del día, quizá del año o de la década, y ciertamente estamos ante un hecho histórico porque el Reino Unido será el primer país en dejar la Unión Europea desde su fundación (en forma de comunidad económica) hace unos 70 años. En mi opinión este referendum ha sido un enorme error político pues en la campaña, el populismo y demagogia de Farage y Boris Johnson, incluso con mentiras, se ha encontrado como pez en el agua frente al problema de defender la pertenencia a una organización abstracta y compleja como es la UE.

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Dave Cameron trasladó la crisis de su partido, presionado por el auge del UKIP, a la sociedad inglesa prometiendo negociar reformas en la UE y convocar un referendum que le ayudara a ganar unas elecciones (y las ganó con mayoría absoluta) unificando a su partido en crisis. Al final ha creado una enorme división en esta sociedad con derivaciones políticas claras (en Escocia, Irlanda del Norte o Gibraltar ganó claramente el voto por la permanencia) y ha puesto en un serio aprieto al propio Reino Unido y al resto de países de la UE. 

Seguro que el Sr. Cameron pensó que podría controlar el desarrollo del referendum con esa propuesta de reforma de la UE que negoció en Bruselas pero como dice Jerome Facher (Robert Duvall) en la película "Una acción civil"  uno de los mayores errores de un abogado en un juicio es hacer una pregunta sin conocer exactamente la respuesta pues siempre se vuelve contra uno.

Y es que, con independencia de la campaña de los partidarios del "leave" y de los partidarios del "remain", que según parece no ha sido muy afortunada en ninguno de los casos por demagoga en el caso del "leave" y poco consistente en la parte del "remain", en realidad si uno examina la historia de la UE en sus diferentes formas una de las constantes es la situación, incómoda siempre, del Reino Unido fuera o dentro de ella. El Reino Unido, ya en tiempos de Sir Winston Churchill abogaba por una organización de cooperación y no de integración europea.  Por ello Gran Bretaña no quiso firmar el Tratado de Roma. Se quedó fuera y patrocinó la creación de una zona de libre comercio, la EFTA en sus siglas inglesas, competidora de lo que Schuman y otros pusieron en marcha en el año 1957. Un proyecto de integración europea basado en solidaridades de hecho, empezando por la economía pero sin perder de vista la integración política o los Estados Unidos de Europa. 

Una vez dentro, el Reino Unido, convocó un referendum en 1975 para decidir si se iban o no de la CEE cuatro años después de entrar, se negó a formar parte de Schengen en los 80 manteniendo su soberanía en el control de fronteras y decidió quedarse fuera del euro en el 92 (Tratado de Maastricht) lo que preservaba su soberanía en materia de política monetaria. El concepto "opting out" por el que un país podía optar por quedarse fuera de parte de un acuerdo o tratado parece hecho a medida de los británicos.

La realidad es que el Reino Unido entró en el proyecto europeo a regañadientes y, en cierta medida, porque corría el riesgo de quedarse sólo y al margen de las oportunidades de un enorme mercado común. La realidad es que, una vez dentro, su posición ha sido muy incómoda pues se basaba en una contradicción: el proyecto europeo avanzaba hacia una mayor integración económica y política que el Reino Unido no deseaba, oficialmente al menos. 

Con el brexit perdemos todos, sin Reino Unido Europa es menos fuerte y por mucho que se acerque a los EEUU, Reino Unido no puede negar su pertenencia natural a Europa. Martín Schulz, Presidente del Parlamento europeo, apuesta por un proceso rápido para evitar más incertidumbre y tiene razón pero las consecuencias económicas, en materia de seguridad y  en la cooperación en materia de justicia e interior deben tratarse con cuidado. Quizá, podemos esperar que, ante la complejidad del proceso y cuando las consecuencias perniciosas lleguen a la propia sociedad británica se pueda llegar a reconsiderar su posición porque una cosa es predicar en la campaña, apelar al corazón y enarbolar la demagogia y otra dar trigo. No lo tiene fácil el sucesor de Cameron pues la UE debe ser estricta en las condiciones, entre otras razones, para frenar una epidemia de "exits" tal y como piden Marine le Pen en Francia, Geert Wilders en Holanda y, hasta ayer mismo, Podemos en España.

La primera que pierde es la sociedad británica que se muestra dividida en dos mitades y cabría preguntarse si una decisión que rompe con el statu quo actual se adopte con unos pocos votos más y con la oposición del 48% de la población, pierden los jóvenes británicos poco preocupados por glorias pasadas del Imperio y  acostumbrados al mundo global en el que viven y trabajan, pierden los jubilados británicos, residentes en España, Italia o Grecia que se aprovechan de la fuerza de la libra para ganar poder adquisitivo. Y, pierde el Reino Unido como Estado pues en Escocia, en Irlanda del Norte y en Gibraltar ha ganado claramente el "remain". Escocia ya pide otro referendum por la independencia y, ahora, cuentan con un argumento de enorme calado entre la población que voto no en la consulta del año pasado, en Irlanda del norte cuyo acuerdo de paz se sustenta, en parte, por la realidad de que las dos irlandas encuentran una forma de unidad por su pertenencia a la UE tampoco están contentos con la decisión.; y los gibraltareños, que les guste o no dependen de España para casi todo, ahora igual les da por volver a la situación anterior al tratado de Utrecht. 

No parece que vaya a ser así pero debe ser chocante a los ojos de los llanitos que, tras tantos años pidiendo la apertura de la verja, sea ahora su propio Gobierno quien la vaya a cerrar saliendo del mercado común y del sistema de libre circulación de mercancías y personas.  

Que hace falta reformar la UE es algo evidente pero no es fácil porque empezamos a entrar en materias que los Estados son reticentes a tocar. Queramos o no los estados nación siguen muy presentes en la vieja Europa y dotar a la UE de más competencias políticas no parece estar en las agendas de los líderes europeos más preocupados de ver la UE con el cristal de sus propios asuntos nacionales lo que tampoco facilita que el sentimiento europeo vale en los ciudadanos.

Más Europa, lo que exige también cambiar los criterios de constitución de las instituciones o profundizar en la Unión Económica y Monetaria a través de la creación de un pilar europeo de los derechos sociales (en la línea de la iniciativa puesta en marcha por la Comisión y que se encuentra en fase de consulta pública). Un pilar social que permita no sólo la convergencia económica sino también la social, el empleo y los sistemas de bienestar cuya divergencia entre los diferentes estados miembros ponen en peligro la propia UEM. Sin olvidar que hay que continuar con el proceso de democratización de la UE para acercarla a los ciudadanos para que se sientan implicados en su funcionamiento y la asuman como su propio gobierno.... en el fondo los estados miembros se tienen que hacer la pregunta clave y decidir si seguimos adelante en la integración hacia los Estados Unidos de Europa en este mundo cada vez más globalizado o no seguimos y disolvemos la sociedad. Me inclino por lo primero aunque en la eurocopa de fútbol sigo queriendo que gane España.

Volviendo al principio, Dave Cameron puso en marcha un viaje sin retorno para acabar con la división en los tories y, lejos de resolverse, se marcha habiendo dividido a la sociedad británica, ha dividido al país dando argumentos a quienes quieren independizarse y ha puesto en jaque a toda la UE. Con este argumento, otro Cameron, James, tiene para Titanic II. 

Las aguas europeas bajan revueltas tras el resultado del referendum. Habrá que esperar a que se remansen y ver como se desarrolla todo el proceso de separación. De momento hasta dentro de tres meses no habrá un Primer Ministro que ponga en marcha el procedimiento. Continuará...

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